Últimamente oímos mucho hablar de estas pequeñas moléculas (cosméticos con péptidos, tratamientos faciales a base de péptidos…) que, al parecer, son milagrosas. ¿el por qué de esta excelente reputación? Porque tienen la capacidad de elevar una piel a la enésima potencia de la divinidad. Eso sí, estos nuevos productos a base de péptidos deben estar siempre bien escogidos, bien formulados y pautados.
¿Qué son los péptidos? Empecemos por el principio. Un péptido es una molécula formada por varios aminoácidos, que se unen entre sí, mediante enlaces peptídicos. A su vez, los aminoácidos son sustancias orgánicas que se enlazan unas a las otras para formar proteínas, las más conocidas, por ejemplo, el colágeno y la elastina, que, como ya sabemos, son imprescindibles para la piel, ya que son las que aportan la densidad, elasticidad y firmeza.
Siendo más técnicos, podría decirse que se distinguen tres categorías de péptidos: Oligopéptidos (unión de menos de 15 aminoácidos y los utilizados principalmente en cosmética), polipéptidos (unión de entre 15 y 50 aminoácidos) y las proteínas (formadas por la unión de más de 50 aminoácidos, y son los principales componentes de la piel).
¿Para qué sirven y por qué son tan importantes los péptidos? Los péptidos son activadores de las células madre. Estas células son las que tienen la capacidad de generar, a su vez, nuevas células madre o células cutáneas (autorrenovación o diferenciación). Sin embargo, con el paso del tiempo las células madre van minimizando y perdiendo estas capacidades, ¡por eso los péptidos son tan importantes!. Al estimular las células madre con péptidos se promueve que sigan naciendo nuevas células cutáneas como, por ejemplo, los fibroblastos y los queratinocitos, que son importantísimos para la regeneración cutánea y la densidad de la piel.
Lee el artículo completo en la edición de septiembre de NUEVA ESTÉTICA.
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