Mucho se está oyendo hablar de la famosa dieta antiinflamatoria (a nivel celular).
Lo cierto es que este tipo de alimentación es realmente saludable, de ahí que los expertos en nutrición de la Clínica Mira+Cueto nos la recomienden encarecidamente, pues ésta evita la aparición de enfermedades derivadas por un problema de base inflamatoria.
¿Qué incluye una dieta antiinflamatoria?
Poca o nula ingesta de ultraprocesados y alimentos de alto índice glucémico: azúcar, harinas refinadas y vegetales almidonosos (pan blanco, bollería, pastas, los cereales del desayuno, las tortitas de arroz, galletas María, patatas fritas, etc.), ya que además de tener grandes cantidades de azúcares y/o edulcorantes, tienen grasas vegetales de mala calidad, grasas trans, multitud de colorantes, conservantes y aditivos.
La dieta antiinflamatoria evita o recomienda reducir el consumo de…
Grasas saturadas y trans Como margarina, productos fritos como papas tostadas y reposterías… que son las llamadas grasas “hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas”. Grasas saturadas (carne de res, carne de cerdo, piel de pavo y pollo, embutidos, leche entera y derivados (mantequilla, natilla, yogurt de leche entera, queso crema, quesos altos en grasas, crema dulce) y manteca.
Carne: Contiene una elevada proporción en ácido araquidónico que es un ácido graso precursor de sustancias que desencadenan reacciones inflamatorias. La carne de cerdo es una de las que más contenido tiene de este ácido.
Aceites refinados Como el de soja, girasol o maíz, las margarinas y los ultraprocesados que los contienen son ricos en ácidos grasos poliinsaturados, principalmente ácido linoleico, relacionados con la enfermedad cardiovascular. Además, su elevado contenido en ácidos grasos omega 6, desequilibra la ratio omega6-omega3, con efectos proinflamatorios.
Embutidos y procesados cárnicos Salchichas, chorizos, bacon, fiambres, jamón de York… son muy pro-inflamatorios. Se entiende por procesado a todo aquello que han sido sometido a un proceso para alargar su conservación, como el ahumado, el curado, el salado o la adición de conservantes químicos.
Gluten Proteína presente, principalmente, en el trigo (en un 80-90%), pero también en otros cereales como centeno (en un 50%) y cebada (en un 10%), contiene dos proteínas (gliadina y glutenina) que son de difícil digestión. Cuando son mal digeridas atraviesan la barrera protectora de nuestro intestino y activan al sistema inmune, provocando inflamación mediante una reacción de rechazo (intolerancia) o alergia (celiaquía). También se ha relacionado al gluten con la liberación de zonulina que es otra proteína pro-inflamatoria asociada a varias enfermedades inflamatorias.
Bebidas alcohólicas Su consumo agrava la evolución de enfermedades con una base inflamatoria.
No hay que olvidar tampoco que la dieta antiinflamatoria recomienda un bajo consumo de sal, ya que mejora la inflamación y la retención de líquidos. La dieta antiinflamatoria, además de ayudar a controlar la inflamación crónica o silenciosa que reside detrás de muchas de las enfermedades modernas, aumenta las defensas del organismo, favorece la cicatrización y reparación de tejidos, disminuye la formación de radicales libres y evita el daño que estos le causan a las células del organismo, retardando también el proceso de envejecimiento prematuro.
Es de vital importancia que tengamos no sólo una alimentación antiinflamatoria, sino que también hay que llevar a cabo un estilo de vida antiinflamatorio, donde aseguremos una buena nutrición, la realización de ejercicio, controlar la exposición a luz solar, abogar por una correcta gestión emocional y del estrés y tratemos de disminuir, en lo posible, nuestra carga tóxica, en definitiva, apostar por lo que se considera un estilo de vida holístico.