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DIETA Y SENTIMIENTOS

Ser feliz, estar de buen humor, vital, con energía y buena predisposición… depende, en gran medida, de los alimentos que ingerimos. Y es que la dieta tiene mucho que ver con nuestro estado de animo y la actitud que tenemos frente a la vida. De ella no sólo depende nuestra salud mental sino también nuestro bienestar físico. Para sentirse mejor que bien sólo hay que elegir el menú adecuado. Descubre en este artículo la relación que existe entre cerebro y digestión.

El libro “Pensamientos y alimentos” coescrito por Louse L. Hay, Ahlea Khadro y Heather Dane, de la editorial Urano, revela la importancia que tiene la dieta para alcanzar la felicidad, tener una buena salud y prolongar nuestra longevidad. Para entender mejor estas afirmaciones antes es importante conocer cómo funciona el sistema digestivo. El sistema digestivo es el único del cuerpo que puede funcionar sin la ayuda del cerebro; el intestino cuenta con su propio sistema nervioso entérico, al que se suele denominar “segundo cerebro”. Es uno de los sistemas más importantes, porque a través de él se obtienen todos los nutrientes que el cuerpo necesita para su salud. Su misión es romper los alimentos que ingerimos para transformarlos en los pilares de la energía, la sanación, el crecimiento, los estados de ánimo positivos y todas las demás funciones que realiza el cuerpo. Si embargo, un tercio o la mitad de los adultos tienen problemas digestivos y parece que también se está convirtiendo en una epidemia entre los niños. De ahí la importancia que tiene seguir un estilo de vida sano. Cuanto más acertadas sean la elección de nuestra dieta, mejor digeriremos. Y es que aparte de los genes, las causas más comunes de los trastornos digestivos están relacionados con nuestro estilo de vida. Se sabe que los genes no son más que una plantilla, y que los cambios positivos en nuestras creencias y percepciones pueden cambiar nuestros genes. Es más, la ciencia de la epigenética también está aportando más investigaciones que demuestran que una buena nutrición puede desactivar la expresión negativa de los genes.

Conexión entre cuerpo-mente y digestión

Antes algunos expertos creían que los temas mentales se tenían que tratar separadamente de los intestinales, pero las investigaciones están demostrando que si se quiere mejorar el estado de ánimo, la memoria mental… se tiene que tener muy en cuenta el estado del intestino. Hay una buena razón para ello y se remonta nada menos que al momento de la concepción, a la etapa embrional. Durante esta etapa, una parte del tejido embrionario se separa del resto para convertirse en el cerebro (el sistema nervioso central, que es el cerebro y la médula espinal y la otra arte se convierte en el intestino del sistema digestivo y su sistema entérico) El nervio vago conecta y el cerebro con el intestino, como si fuera una línea telefónica, transmite mensajes desde el cerebro al intestino y viceversa. Veamos qué se ha descubierto sobre la relación del cerebro del intestino o el sistema nervioso entérico.

  • El sistema nervioso entérico forma parte de todo el tracto digestivo.
  • Depende de más de treinta neurotransmisores, que en muchos casos crea, que son idénticos a los del cerebro, (la serotonina es uno de ellos)
  • Aproximadamente entre el 70-80 % del sistema inmunitario se encuentra en el intestino. Esto tiene una lógica puesto que el sistema digestivo tiene que hacer un gran trabajo, ingiere alimentos, agua y bacterias del exterior y las transforma en nutrientes para el crecimiento, reparación y mantenimiento del cuerpo humano. Ésta es la verdadera definición de la máxima “Somos lo que comemos”.
  • Aproximadamente el 90% de la serotonina se encuentra en el intestino. La serotonina ayuda a regular el humor, el sueño y el aprendizaje, y puede influir en la felicidad y la autoestima. Esta hormona también desempeña un papel esencial en la digestión, ayudando a secretar enzimas que ayudaran a digerir la comida.
  • El intestino envía señales al cerebro que influyen directamente en los sentimiento de tristeza o estrés, inciden incluso en el aprendizaje, la memoria y la capacidad para tomar decisiones. Las emociones del cerebro, a su vez, afectan a nuestro tracto digestivo. La ira, la ansiedad, la tristeza, la alegría y otras emociones pueden desencadenar los síntomas en el intestino.

 

Actualmente, hay cada vez más estudios que demuestran que la alimentación influye en los estados de ánimo y que la salud intestinal repercute mucho en algunas enfermedades como la osteoporosis, la depresión y las enfermedades autoinmunes. Aquí te presentamos los tres estudios que destacan la conexión intestino-cerebro.

1. Lo que te llevas a la boca puede cambiar tu estado de ánimo. Un estudio realizado por científicos belgas reveló que comer grasas tiene el poder de elevar nuestro estado de ánimo y hacernos más felices. Esta es la razón por la que las personas recurren a la comida nostálgica cuando están tristes.

2. El estrés crónico puede dar paso a los antojos. Los investigadores descubrieron que es el intestino el que le dice al cerebro lo que tiene que comer, no a la inversa. Cuando el cerebro está estresado produce la hormona ghrelin, que estimula el apetito. La ghrelin hace que la comida sea más apetecible para el cerebro, especialmente cuando es rica en grasas y calorías.

3. La dieta influye en las bacterias y las bacterias intestinales buenas influyen en el cerebro. Según los neurocientíficos, las bacterias intestinales beneficiosas del intestino, que reciben el nombre de “microbioma intestinal”, actúan como auxiliares del ADN: básicamente, lo que se come controla la formación de bacterias buenas, y estas bacterias pueden alterar el funcionamiento de los genes. Es decir, si se sigue una dieta que favorece la proliferación de bacterias buenas, éstas pueden influir en un cuerpo sano, independientemente de la predisposición genética.

Otra lección importante de los estudios de la neurociencia es que las bacterias del intestino siempre se están comunicando con el cerebro. El microbioma intestinal influye en el tipo de conexión que ha tenido con el cerebro desde la infancia hasta la madurez, conjuntamente con los estados de ánimo, la capacidad de aprendizaje, la memoria y la forma de afrontar el estrés. Cuando el microbioma intestinal está sano, envía señales de felicidad al cerebro, cuando no lo está, puede enviarle señales de ansiedad. El descubrimiento de este lenguaje de señalización ha hecho que los neurocientíficos hayan empezado a investigar cómo manipular la flora intestinal para tratar los trastornos relacionados con el estado de ánimo y el estrés, como la depresión, el síndrome de colon irritable y la enfermedad intestinal inflamatoria. En otras palabras, que lo que se come importa y mucho. El intestino es el responsable de los sentimientos, la conducta, si se duerme bien o mal… de la salud en general y cómo se disfruta de la vida. 

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