El ácido salicílico y su función protectora
El ácido salicílico siempre ha sido un grandísimo aliado en cosmética, sobre todo cuando se trata de revertir procesos acnéicos o de reducir la cantidad de grasa en el tejido cutáneo. Hasta ahí, todos estos beneficios son bastante reconocidos. Sin embargo, este betahidroxiácido, por ser precisamente considerado un ácido exfoliante, ha sufrido la lacra de tener que estar en la misma caja que todos sus amigos, los alfahidroxiácidos, el resto de betahidroxiácidos o, incluso, los polihidroxiácidos, quedando recluido en los estantes de «productos de uso nocturno». Pues parece que ha llegado el momento de desmontar un poco algún que otro mito: «Muchos estudios demuestran que el ácido salicílico tiene también una función analgésica, pudiendo calmar la piel cuando está irritada o rebajando la inflamación causada, por ejemplo, por granitos o imperfecciones», explica Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8, quien, además, añade: «Diversos análisis médicos demuestran que el ácido salicílico inhibe la incidencia de los rayos UBV en la piel, culpables de las quemaduras y de la inflamación celular. Además, al mismo tiempo, este ácido es capaz de eliminar algunos daños solares existentes, de haberlos». Sin duda alguna, son beneficios notables, sobre todo cuando la radiación solar es una de las mayores preocupaciones de la actualidad. De esta forma, este betahidroxiácido sube unos escalones en el pódium cosmético, ofreciendo beneficios terapéuticos añadidos a los que ya conocíamos, como la capacidad de reducir la inflamación y la rojez, deshacer el exceso de sebo asentado en el tejido, disminuir el tamaño de los poros, tratar las manchas o la luminosidad de la piel” (Esto se aplica, no obstante, a pieles en condiciones normales u óptimas. Aquellas pieles con una tendencia a la hipersensibilidad, con psoriasis o rosácea, no deben acudir a tratamientos de este tipo).